Trabajando con tus sueños.

¿Los sueños pueden ayudarte a entender tu vida? La respuesta es Sí. Los sueños tienen su propia lógica e inteligencia interior que nos asiste para volvernos más conscientes de nuestra vida y sus dinámicas interiores. Los sueños dan forma a la energía inconsciente que está lentamente moviéndose hacia la consciencia, buscando expresarse o integrarse con el ego. Vivimos en diversos estados de consciencia, hay un estado dormido o del sueño y un estado despierto o de consciencia ordinaria; cuando estamos despiertos no somos conscientes del estado dormido pues la energía está colocada en las funciones mentales y racionales. Cuando dormimos, toda esta energía se mueve hacia lo inconsciente, iluminando el estado del sueño junto con sus modos particulares de percepción y, por tanto, sus contenidos. Es difícil estar en ambos estados a la vez sin embargo podemos darnos cuenta de que estamos en el estado del sueño, esto se llama “atención dividida”.

Los sueños expresan aspectos invisibles e inconscientes de nuestro ser como pensamientos, deseos, heridas, miedos y potencialidades. La energía del sueño tiende a tomar forma en la psique en la combinación de imágenes, símbolos, significados, poderosos estados emocionales e intuiciones. A menudo, esta combinación representa la estructura y dinámicas de la psique desde el punto de vista de lo inconsciente. Las imágenes expresan poderosas energías de la psique, es como si las imágenes fueran el lenguaje que usa la psique para comunicarse con el ego. Podemos aprender a leer y entender este lenguaje que tiene su propia sabiduría y consciencia, obteniendo mayor insight de las profundas capas de la psique que no nos son accesibles en un estado ordinario de consciencia.

Pero, ¿cómo leer estos símbolos, imágenes y emociones ? Cada persona tiene su propio lenguaje para soñar, por ejemplo, una serpiente puede contener diferentes significados dependiendo de quién y cuándo se sueña: no existe la interpretación genérica de una imagen. El lenguaje para soñar de algunas personas puede ser, por ejemplo, visual, auditivo, kinestésico, olfatorio, táctil, intuitivo, narrativo o una combinación de todos estos y más. Cuando despertamos de un sueño y no lo escribimos pronto, sus formas se disuelven de nuevo en lo inconsciente sin embargo, la intensidad de su imaginería permanece con nosotros en un estado más profundo que el despierto. Los sueños se comunican desde la profundidad de nosotros, usando cualquier medio para informarnos de las múltiples dimensiones de nuestras vidas y todos podemos tener acceso a esta información si estamos abiertos y si somos sensibles a su información.

Sin embargo, a menudo hay conflicto entre lo que pensamos de nosotros mismos y quienes somos internamente. Tenemos un ego, que es un puente entre el estado despierto y el dormido. El ego nos protege de la intensidad emocional y de energías inconscientes, potencialmente amenazantes, que pueden irrumpir fracturando sus bordes. El ego, además, es un testigo que puede estar tanto en el estado despierto como en el dormido; cuando estamos despiertos, el ego se rodea con una identidad, por ejemplo: “Yo soy un maestro” “Mi nombre es Jorge”, “Soy mexicano”, etc. Esto se llama “Identidad del Yo” y es lo que el ego piensa que es, quien creemos que somos. Cuando nos damos cuenta de que estamos dormidos, el ego o testigo observa la experiencia del sueño y se da cuenta de que es diferente a la “Identidad del Yo” que domina el estado despierto y las experiencias que tenemos de manera ordinaria. Necesitamos desarrollar la capacidad de ser testigos para recordar y reflexionar sobre la experiencia del sueño. Conforme vamos despertando y la identidad del ego trata de conectarse con el sueño, comienza a contextualizarla desde la perspectiva despierta y a censurar lo que le gusta y lo que no le gusta. Desde la perspectiva del ego despierto, comenzamos a hacer asociaciones con algunos símbolos, significados y experiencias pasadas, a menudo encontrándonos en conflicto entre la experiencia del sueño y la experiencia despierta.

Y aquí es donde el trabajo con los sueños comienza. Carl Jung, un gran psicólogo de nuestra era, escribió que una de las metas del trabajo con los sueños es servir al proceso de “individuación”. En pocas palabras, el proceso de individuación implica volverse auto-consciente, o el proceso a través del cual somos capaces de ser más reflexivos sobre nuestras re-acciones en el mundo externo, a través de la amplificación del entendimiento y la integración de nuestro mundo interno. Para ganar un mayor entendimiento personal, Jung sugirió que tenemos que reconocer, en primera instancia, que los contenidos de los sueños son partes de una realidad autónoma en nosotros mismos que está buscando ser integrada a la consciencia, no importa que tan desconocidos, feos, amenazantes o extraños nos aparezcan.

Si las figuras en nuestros sueños son partes de nosotros, ¿cómo entender su lenguaje? ¿para qué están apareciendo en este momento? ¿cuál es la naturaleza de su inteligencia? ¿qué podemos aprender de nosotros a través de ellas? ¿para qué aparece este sueño hoy? Los sueños son como radiografías del alma y nos están mostrando y resaltando las dinámicas que subyacen bajo el estado despierto. Por ejemplo, los sueños pueden mostrarnos aspectos del “Self” que no son expresados conscientemente, que están escondidos o reprimidos por el ego, aspectos positivos y negativos. En la vida, podemos sentirnos vulnerables o víctimas pero en los sueños podemos vivirnos como héroes, es como si los sueños compensaran nuestras vidas, validando lo que el ego deja fuera. En otro ejemplo, una persona puede ser adinerada en su vida despierta sin embargo soñarse como un indigente. Esto podría sugerir que la riqueza externa vive en paralelo con una vida interior miserable. De nuevo, podemos intuir la manera en que los sueños traen balance a nuestras vidas: mientras en el estado despierto soy rico, en mis sueños no tengo hogar. Al entender los sueños, podemos incluir acciones en nuestras vidas que traen balance a las posturas y percepciones polarizadas del ego, donde solo se permite un aspecto de la totalidad de las experiencias humanas.

 

El trabajo con los sueños se trata de incorporar e iluminar la sombra, o los aspectos inconscientes de nuestro ser y hacemos esto confrontando e integrando aquellas imágenes negativas, peligrosas e incluso irreconciliables que aparecen en sueños. Por ejemplo, podemos preguntarnos ¿quién es el asesino en mis sueños? ¿quién es la víctima, la araña, el niño perdido, quién me está persiguiendo? Todas estas son poderosas imágenes que están demandando llevar nuestra atención hacia el interior. Usualmente, simplemente proyectamos lo negativo hacia el exterior, hacia otros, lo que solo deja la oportunidad para reaccionar a lo que no nos gusta de los demás y nos perdemos de la posibilidad de apropiarnos de las imágenes que nos habitan. Es importante entender que estas imágenes, en espacial las “negativas” están buscando reconocimiento y ser integradas en la vida consciente, convirtiéndonos en seres con percepciones más flexibles e integradas.

Un buen ejemplo de esto se ilustra en el siguiente sueño. Una mujer muy activa, siempre ocupada en reuniones y actividades sociales, lo que llamaríamos “una mujer de negocios” comenzó a tener el siguiente sueño: Estoy caminando en mi casa y de repente un perro muy enojado se me acerca. Me asusto mucho y trato de huir pero mientras lo hago, él me persigue y muerde mi brazo, yo trato de soltarme pero no lo logro, solo observo cómo sus dientes desgarran mi brazo hasta los huesos. Me siento aterrada y me despierto. Su sueño muestra dos elementos: a ella misma y a un perro peligroso. Podemos considerar a estos dos como aspectos de sí misma en un claro conflicto. ¿Pero para qué pudo haber tenido este sueño y como puede ganar entendimiento de sí a través de él? Ella fue a un analista quien le pidió asociar con la imagen del perro. Para ella los perros son violentos, leales, peligrosos, apasionados, juguetones, espontáneos, impredecibles, amigables, instintivos, cercanos a la naturaleza y a la vida doméstica. Algunas de sus asociaciones (su lenguaje interior) estaban cargadas de emociones positivas y otras negativas.

Ella confrontó al sueño apropiándose del “perro enojado”, incluyéndolo como un aspecto de sí misma. Para entender con mayor profundidad su sueño, reflexionó en sus asociaciones con los perros, basadas en experiencias de vida. La psique eligió a un perro para mostrar ciertas dinámicas que ella necesitaba traer a la consciencia en ese momento. Se dio cuenta que los aspectos positivos del perro (leales, juguetones, amigables, etc.) estaban ausentes en el sueño, así como en su vida despierta; dado que estaba tan ocupada con su trabajo, su lado más instintivo, juguetón y espontáneo no estaba siendo expresado. Se dio cuenta que el perro de su sueño representaba esas partes que le hacían falta y que, de hecho, el perro estaba tratando de llamar su atención. Entre más negaba las partes instintivas de su vida, el perro se volvía más feroz pues necesitaba con más urgencia la expresión – entre más lo rechazaba, más violenta era la mordida.

Este ejemplo muestra como podemos trabajar con los sueños. Los sueños siempre poseen una intención sanadora, aún cuando nos confronten con imagines y eventos bizarros. Si somos capaces de apropiarnos de las imágenes que nos presentan, creamos nueva posibilidades de expresión en la vida despierta. Como en el ejemplo, una vez que esta mujer comenzó a incluir los aspectos que le hacían falta en su vida, sus sueños cambiaron. Más adelante en su vida, volvió a tener un sueño con el perro enojado, quien apareció para morderla sin embargo, esta vez ella lo acarició con la otra mano, de inmediato, el perro se recostó, se convirtió en un cachorro y comenzó a jugar con ella. A medida que ella incluyó al perro en su vida externa, la dinámica en su vida interior cambió también. Si tomamos en serio a los sueños, nos daremos cuenta de la información que tienen de y para nosotros y de su enorme potencial para acompañarnos en una vida más completa y balanceada.

En resumen, es importante reconocer que en las dinámicas interiores de la psique hay demandas que requieren nuestra atención y, sobre todo, expresión consciente. Si estas son ignoradas, se vuelven más sobrecogedoras y amenazantes pero si incluimos su sabiduría y trabajamos con nuestro propio lenguaje para soñar, podemos desarrollarnos en nuestra autenticidad y en la riqueza de los diferentes estados de consciencia. La dificultad viene cuando el contexto exterior, y sus demandas, bloquean el desenvolvimiento de la psique, forzando que la expresión se disuelva en el interior y se experimente solo a través de la sombra. Sin embargo, los sueños nos proveen de inspiración pura y si aprendemos a relacionarnos con ellos, son invaluables compañeros a lo largo de nuestras vidas, construyendo un mayor entendimiento en el camino del bienestar y salud mental.

 

Martin James Peake

Traducción y edición por María Islas